Todos vivimos experiencias constantemente, lógicamente un niño también, la gran diferencia es que un adulto tiene historia, momentos en los que ya sabe cómo actuar. Un niño experimenta, se enfrenta a cambios desconocidos que son fuente de estrés.
Ya hablé de una de esas situaciones que era el inicio del curso escolar. Esta experiencia puede producir un fuerte nivel de emoción.
Hoy quiero hablaros de otra situación cotidiana pero no por ello menos estresante: “Tienes un hermanito/a…”
Tener un hermano es un gran cambio para la vida de cualquier niño, pero esta nueva experiencia no tiene porqué convertirse en celos. Como siempre la actitud de los padres será muy importante para equilibrar la balanza a favor de la normalidad o lo problemático.
Una primera misión de los padres es enseñar al niño a verbalizar lo que siente, a poner calificativos a lo que nota en su interior. Las personas sentimos de forma positiva (alegría, amor, altruismo, sinceridad, etc.) pero también de forma negativa (tristeza, envidia, apatía, celos, etc.).Los padres deben ser los grandes maestros de los sentimientos, enseñar al hijo que es lo que siente, que no es malo por expresarlo y que debe aceptarlo.
Cuando aparece el hermano pequeño, el mayor siente que debe compartir el amor de los padres. Ya no es el hijo único que tiene toda la atención, ahora tiene un rival, lo que supone un problema y como tal no podemos ignorarlo.Es importante que no perdamos la calma, que nos pongamos en el lugar de ese niño y descubramos lo que nota en su interior, desde esa posición podremos explicarle, de forma que lo entienda, lo que le está pasando, que todo está dentro de la normalidad y que siempre estaremos para ayudarle.
Nunca debemos sobreproteger a nuestros hijos, y mucho menos en esta situación.
Ellos están construyendo su puzle personal, son independientes a nosotros.
La relación entre hermanos es una más de las muchas relaciones que constituyen lo que llamamos socialización. Es una unión que deben crear ellos mismos, la mayoría de las veces el hermano mayor imitará las formas de hacer de sus padres y así estará desarrollando comportamientos nuevos.Siempre se moverá entre proteger y/o rechazar a su hermano. Y el hermano pequeño mirará la forma de actuar del mayor, intentará imitarlo pero también muchas veces hará todo lo contrario, con lo que iniciará muchas de las disputas entre ellos. Debemos saber escucharlos a los dos, no creernos rápidamente la primera versión que nos cuenten, no debemos castigar a la ligera.
Una segunda misión será la de atender a cada uno de nuestros hijos como cada uno necesite.Se trata de repartir no de dar por igual. Es fácil entender que aunque nuestro bebe esté mamando a las 6 de la mañana, no se nos ocurriría despertar al mayor para que comiera también. Esto mismo debemos hacerlo con el afecto, el cariño, la escucha, la atención, etc. Daremos a cada uno aquello que necesite de forma independiente. Mantendremos un espacio para cada uno de nuestros hijos, ellos deben saberlo.
Está prohibido hacer comparaciones entre hermanos. Son totalmente distintos. Según Juan Manuel Ortigosa (2007) existen una serie de variables que hacen que los celos sean diferentes para cada niño, porque la conducta está sujeta a diferentes factores que la modulan, estos son:
Factores Predisponentes:
- Edad
- Diferencia de Edad
- Estructura familiar
- Temperamento del niño
- Relación madre/hijo previa
Factores Precipitantes:
- Nacimiento de un Hermano (Atención al bebé, cambios en el hogar, desapego madre-hijo)
Factores Mantenimiento:
- Comparaciones entre hermanos
- Atención excesiva al hermano mayor
- Exigencia
- Reforzar conducta celotípicas
- Sexo de los hermanos.
A continuación indico alguna de las conductas que puede presentar un niño cuando siente celos:
• Desobediencia.
• Intenta llamar la atención.
• Retraimiento. (se vuelven más introvertidos).
• Presentan rabietas y momentos de llanto.
• Cambios en la conducta de sueño.
• Cambios en la alimentación.
• Conducta de fastidio hacia el bebe (lo despiertan, pueden agredirle, quitarle el chupete, etc.).
• Agresividad.
• Retroceso de avances conseguidos: volver a etapas anteriores, es decir, hablar de forma más infantil, querer el chupete, hacerse pis, etc.
• Ser muy colaboradores.
Bibliografia: 1. Ortigosa Quiles, Juan Manuel (2007). “El niño celoso”. Madrid, Pirámide. 2. Comeche Moreno, Isabel (2005). “Manual de Terapia de conducta en la infancia”. Madrid, Dykinson. 3. Purves, Libby (1994). “Cómo no ser una madre perfecta”. Madrid, Altaya. 4. Méndez Carrillo, Francisco y otros (2006)” Terapia psicológica con niños y adolescentes”. Madrid, Pirámide.