¿Por qué os cuento esto?, pues para hacer una pequeña reflexión. El viaje ha durado 30 minutos, pero ha sido tiempo suficiente para probar:
1) que hoy no enseñamos a los niños esperar
2) que no dejamos que se aburran
3) que nos cuesta mucho o no sabemos decirles que no; no les enseñamos a salir de las frustraciones del día a día porque no dejamos que las tengan.
Cuando un niño tiene que esperar debemos hablarle de forma clara y con seriedad (que no significa autoritarismo), decirle lo que esperamos, decirle el porque de esa espera y que es necesaria, sin rollos, sin distracciones, sin agresividad.
Además en este caso concreto me hago una pregunta, ¿por que razón estaba el niño con la abuela y no con alguno de sus padres?, la pobre señora decía cosas como «el papá te va a reñir», «hija dale el móvil», etc. Todo menos un «no», simple y claro.
El niño era el que expresaba su negación, «no quiero estar aquí», «no quiero el cinturón», «no va el móvil» .Creo que es importante subrayar:
▪La educación es tarea de los padres, ellos son los que deben poner las normas y los límites de su casa. Los abuelos y otros miembros de la familia extensa pueden ayudar, pero su tarea principal es afectiva.
▪Que los niños se aburran es bueno, les hace aumentar la creatividad, les ayuda a pensar, a imaginar. Y además para realizar todo esto tienen que concentrarse en algo.
En cambio ahora cuando un niño se aburre le damos un dispositivo electrónico, le distraemos para que no piense. De esta forma nunca aprende a esperar, a concentrarse; hasta pierde la capacidad de sorprenderse, de mirar el mundo y apreciar lo que ve; ¿para que mirar por la ventana de un avión si tengo dibujos animados en el móvil?,
¿Qué voy a ver: nubes?.