El juego es una actividad que los niños realizan de forma natural, a través de ella comprenden el mundo que les rodea y adquieren las destrezas que necesitarán para desenvolverse en él tanto a nivel físico como mental y social.
Al jugar un niño estimula sus sentidos, se da cuenta de las características de las cosas: su olor, tacto, volumen, forma, etc., jugando un niño imagina, imita, mejora su atención, recuerda y pone en práctica situaciones ficticias que luego utilizará en la realidad. Además el juego es divertido, ¡es muy divertido!. Como dice Fred Rogers “el juego es realmente el trabajo de la infancia”.
Jugar desarrolla:
- A nivel cognitivo: el aprendizaje de procesos mentales como la comparación, la categorización de las cosas, contar, memorizar, recordar, elaborar imágenes mentales con la consiguiente evolución del pensamiento.
- A nivel físico: el niño va avanzando de forma progresiva en acciones como sujetar, trepar, reptar, gatear, caminar, correr, balancearse, etc. Mientras juega practica el equilibrio y la coordinación óculo-manual, dos tareas muy necesarias para la realización de cualquier actividad.
- A nivel social: El niño desarrolla su inteligencia emocional porque mientras juega aprende a manejar, expresar y gestionar sus emociones. Jugar implica aprender a cooperar, competir, seguir reglas, esperar turnos, anticipar reacciones de los demás, etc. Un niño a través del juego aprenderá a intercambiar opiniones, a expresar lo que quiere, a escuchar a los demás, es decir, aprenderá a relacionarse.
- A nivel personal: Desarrollará su autoestima, porque aumenta su satisfacción personal, su capacidad de logro y de reforzarse a sí mismo.
El niño también aprende a hablar mientras juega, empieza con el balbuceo y los padres, cuidadores y todos los que están a su alrededor interaccionan con él para ofrecerle sonidos, canciones, cuentos…, ese intercambio es necesario para el correcto aprendizaje de una lengua. Es importante tener en cuenta que siempre va unido a la interacción emocional y por esta razón los niños que sólo reciben comunicación de objetos, juguetes con sonido y otros dispositivos no aprenderán el lenguaje oral correctamente.
El papel de los padres es fundamental, imaginemos un bebe que está interaccionando con un carrusel musical colgado en su cuna, está desarrollando sus sentidos, pero si son los padres los que le cogen en brazos, le balancean, le cantan, el bebe no sólo interactúa a nivel físico sino que también lo hará a nivel social y emocional porque notará el afecto, el cariño, sentirá emociones y las expresará, en definitiva se desarrollará más y mejor.
Es muy importante dar al niño oportunidades de juego, esto no significa que debamos atiborrarlos de juguetes, sino que debemos saber ofrecerles aquellos que necesiten según su edad madurativa y también darles tiempo para jugar, un niño necesita momentos de juego en familia o con otros niños y también tiempo para jugar en soledad. Para los pequeños somos nosotros, los padres, su mejor juguete.
Otro consejo importante es aplicar “el sentido común”, no servirá de nada saber que un niño puede seguir un juego de reglas a partir de los seis años de edad si luego nunca jugamos con él al parchís, la oca, las cartas, o cualquier otro juego de este tipo. El niño tiene capacidad de asimilar reglas a partir de esta edad (5/6 años) pero dependerá de nosotros que lo haga porque debemos enseñarle y darle oportunidades para practicar. El niño empieza con el juego funcional o de ejercicio (periodo sensomotor: de 0 a 2 años) para pasar al juego simbólico y de construcción (periodo pre-operacional: 2/6 años), y un poco más tarde aparece el juego de reglas (de 6 años en adelante).
Un último apunte, permitamos que un niño llegue a “aburrirse”, en realidad es una forma de expresar que no sabe decidir qué hacer, sólo necesita que le demos tiempo y seguro que acaba haciendo algo. Acompañemos a los niños en sus juegos pero no dirijamos sus juegos.